Marcha del 9 de abril de 2015
LLAMAMIENTO CONJUNTO ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTA
Y PLATAFORMAS CIUDADANAS DE ACCIÓN
POR LA PAZ
ES EL TIEMPO DE LA PAZ CON DEMOCRACIA PLENA
Y JUSTICIA SOCIAL
La hora en que asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948,
Colombia entera se estremeció. Ese hecho, en cadena con otros, de manera
incontenible desató un período de sangre y dolor, impulsado por la fuerza de la
represión, el sectarismo y el desprecio por el pueblo.
Desde entonces, la violencia que hemos vivido en Colombia se ha convertido
en pan de cada día, el terror que se desató en campos y ciudades aún acompaña
el paso tormentoso del tiempo en cada uno de los caminos, calles y plazas de
los pueblos grandes y pequeños de este país. La vieja Colombia se derrumbó el 9
de abril, la nueva Colombia está por nacer.
Colombia está deshecha por
décadas de oprobio, despojo y olvido. Cuando emprendían nuevas búsquedas de paz
y nuevas aperturas políticas asesinaron, a fines de los 80, a Jaime Pardo Leal,
Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán, entre muchos otros.
Estos crímenes contra el pueblo, como el de Gaitán, siguen en la más absoluta
impunidad. Conglomerados enteros, políticos y sociales, fueron exterminados.
La política llamada de “Seguridad Democrática” vigente entre 2002 y 2010, signada
por los falsos positivos, estuvo precedida y sostenida por una alianza
contrainsurgente de sectores de las fuerzas armadas del Estado, dirigencia
política y muchas elites regionales con los
grupos paramilitares.
Medio millón de muertos por causas políticas, 70 mil personas
desaparecidas, millones de campesinas y campesinos, indígenas y afrodescendientes
desplazados por la fuerza, miles de personas secuestradas, torturadas,
amputadas y muchas vidas de colombianos y colombianas perdidas y desperdiciadas
durante medio siglo claman por la paz.
Por todo lo anterior, hombres y mujeres del pueblo sentimos vivamente la
necesidad de la paz y estamos decididos a conquistarla y construirla.
Necesitamos paz porque en el marco del
conflicto el cuerpo de las mujeres ha sido convertido no solo en un botín de
los guerreros sino en el objeto de todas las formas de violencia. La explotación y la
violencia contra las mujeres sustentan
procesos de opresión y discriminación en la vida cotidiana y en los
espacios públicos y privados.
Necesitamos paz porque, a pesar de lo que se dice
en contrario, no hemos podido erradicar la pobreza, el analfabetismo, la
exclusión. Lo muestra el alto porcentaje de niños y niñas que sufren la
pobreza, de bebés que viven hacinados, de menores que sufren de anemia. En este
país se siguen registrando numerosos casos diarios de muerte infantil por
desnutrición. Un país donde millones de hectáreas han sido despojadas al campesinado
en los últimos 30 años.
Necesitamos paz porque, como lo ha dicho
agudamente William Ospina, nuestro pueblo no es un pueblo malo, es un pueblo
maltratado al que han sometido a la precariedad y la exclusión. “Las cárceles
están llenas de seres que no recibieron nada” y a quienes “la sociedad les
exige lo que nunca les dio”, “El estado se volvió irresponsable, los ciudadanos
le perdieron el respeto al estado, y el estado les perdió el respeto a los
ciudadanos”.
Necesitamos paz porque estamos tan
familiarizados con la violencia que la reproducimos todo el tiempo. Ahí están
la violencia sexual, intrafamiliar, de género, la
discriminación racial y étnica, el irreparable daño de los recursos naturales y
los desequilibrios que la economía depredadora ocasiona a la naturaleza y los
ecosistemas. La violencia amenaza nuestro patrimonio cultural, atenta contra la
posibilidad de profundizar la democracia y anula el valor de la diversidad y la
multiculturalidad.
Necesitamos paz, para ello Colombia tiene que
proscribir el paramilitarismo, el terror como práctica de Estado y los
extremismos que solo agudizan la confrontación y aplazan cualquier posibilidad
de solución política. Este debe ser un paso necesario para cambiar nuestra
historia de violencia.
El país durante décadas ha estado roto por la guerra, pero hoy el pueblo
colombiano está decidido a conquistar la paz. La paz tenemos que construirla
íntegramente. La paz es un largo camino cuyo horizonte se aclara al andar.
Estamos en el tiempo de la paz. Ahora tenemos una
oportunidad única, irrepetible, de parar la guerra y construir una nación
soberana, con justicia social y con democracia plena. En el fondo del corazón
de nuestra gente se ha desarrollado un poderoso espíritu de lucha y optimismo
por un futuro mejor. No puede haber
lugar para el escepticismo y la indolencia.
Estamos en el tiempo de la paz. Debemos reconstruir y fortalecer
el tejido social, garantizar la vida digna de los pueblos indígenas,
afrodescendientes, raizales y campesinos, asegurar igualdad de derechos y
oportunidades entre campos y ciudades, entre mujeres y hombres, democratizar
los medios de comunicación, garantizar la soberanía alimentaria, proteger los
páramos, los bosques, el agua.
Estamos en tiempo de paz. Tiempo de reparar
integralmente a todas las víctimas, dando preferencia a la reparación
colectiva. Dar oportunidades a los y las jóvenes para que puedan aprovechar
todo su potencial de creación e
innovación. Poner fin al servicio militar obligatorio, proscribir los falsos
positivos. Reconocer plenos derechos a la juventud como garantía de presente y
de futuro para todos y todas.
Estamos en el tiempo de la paz. Colombianos y colombianas no
podemos simplemente esperar que llegue la paz, la paz nos pertenece a todos y a
todas, la construimos individual y colectivamente generando un cambio de
condiciones y de mentalidad, dando lugar a un sujeto plural transformador por
medios de lucha civil, articulando un amplio y potente movimiento de paz en el
cual participen todos los hombres y mujeres que sueñan con un país justo y
democrático y luchan a diario por él.
Estamos en el tiempo de la paz. Hombro
a hombro pondremos en marcha una agenda
de cambios que democratice el país. Que democratice la tierra, el techo, el
pan, el crédito, el agua, el poder. Que convierta los derechos en realidades y
realizaciones. La paz exige transformaciones y para ello Colombia entera debe
empeñarse en crear los cauces pacíficos y democráticos que permitan resolver la
inequidad, la desigualdad, la impunidad y la discriminación en todo el país.
Estamos en el
tiempo de la paz. Bogotá Humana es un reconocido esfuerzo de gobierno territorial orientado a
la construcción de paz. Ha defendido airosamente lo público y ha sido un
ejemplo del derecho a gobernar de los sectores alternativos y nuevas
ciudadanías. Bogotá Humana converge con el movimiento social de paz para tornar
irreversible el actual proceso de paz política sin vencedores ni vencidos.
Convergemos en que los niños y las niñas de hoy constituyan la primera
generación de la paz en la nueva era que se abre para Colombia. Convergemos en
que las víctimas, su dignidad y reparación integral, constituyen la tarea
prioritaria de la paz.
Alcaldía Mayor de
Bogotá, Frente Amplio por la Paz, Clamor Social por la Paz, Cumbre Agraria,
Campesina, Étnica y Popular, organizaciones y movimientos integrantes de estas
plataformas, y muchas otras expresiones de sociedad civil y política,
ciudadanos y ciudadanas comprometidos con la paz:
Llamamos al gobierno nacional
y movimientos insurgentes a proseguir los diálogos de paz, a formalizarlos o
explorarlos, a todos a no levantarse de la mesa hasta pactar el fin del
conflicto armado interno.
Llamamos al gobierno nacional
y movimientos insurgentes al cese bilateral de fuegos y hostilidades, al
desminado de territorios y el desescalamiento del conflicto para que termine ya
el dolor, la muerte y toda forma de victimización.
Llamamos al gobierno del Presidente Santos y al Senado de la República a estar a la
altura de los retos de la paz con justicia social y democracia plena. El Plan
de Desarrollo que actualmente se discute es una oportunidad para ello, sus
directrices y medidas deben estar claramente en función del propósito de paz.
Llamamos al reconocimiento de
los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación integral y
las garantías de no repetición. Sustantivos y urgentes cambios deben hacerse en
la política pública de víctimas para que sea real y efectiva.
Llamamos a todos los actores de
gobierno, insurgencia y sociedad participantes en este proceso a reconocer a
las mujeres como actoras políticas imprescindibles en las decisiones sobre la
construcción de la paz.
Llamamos al empresariado a
comprometerse con la paz para que la riqueza que se crea con el trabajo de
todos y todas esté al servicio de la justicia social, a que la economía respete
los bienes comunes y la permanencia y vida de las comunidades en sus
territorios.
Llamamos a las actuales
autoridades y los candidatos y candidatas de todos los partidos en las
elecciones del 25 de octubre a diseñar políticas para la construcción de paz
transformadora, estable y duradera.
Llamamos a los pueblos
hermanos de América Latina a acompañarnos en la causa de la paz para construir
entre todos vida digna, justicia, democracia y una economía con pleno respeto
de los derechos de la naturaleza.
Llamamos a todos los sectores
decididos a la paz con cambio a construir un amplio, articulado y potente
movimiento social de paz que se constituya en opción nueva de poder y de
gobierno para Colombia.
Llamamos a hombres y mujeres
de la cultura a recrear imaginarios y sensibilidades para que la paz signifique
un nuevo orden de relaciones sociales y el pleno respeto de los derechos de
todos y todas.
Llamamos a constituirnos en
gestores y gestoras de paz en todas partes y a prender el fuego de la paz los
jueves a las seis de la tarde en todos los municipios de Colombia como
expresión de la voluntad decidida de paz.
Llamamos a todos los
colombianos y colombianas a abrirle paso con generosidad a la reconciliación
mediante cambios reales y el fin de todos los odios y venganzas. El sistema
educativo y los medios de comunicación deben ponerse al servicio de la
reconciliación.
Expresémonos y
movilicémonos por el país que merecemos y por el país que queremos entregarle a
las nuevas generaciones. Gritémosle al mundo que la llave de la paz la tiene el
pueblo colombiano.
¡ La paz es vida, la
paz es alegría, la paz es justicia, la paz es democracia, la paz es dignidad,
la paz está llegando con todas y todos nosotros ¡
No hay comentarios:
Publicar un comentario